justificacion.

27.11.2015 09:15

 

 

1) La Necesidad de la Justificación.

 

Romanos 3:10 – Nos falta la justicia que necesitamos.

Isaías 64:6 – La justicia que tenemos es inútil.

 

 

 

2) El Significado de la Justificación

 

“Justificar” – piensa en la palabra “recto”.

“Justificación” – piensa en la palabra “rectitud”.

Justicia = Compasion en el Reino.

“JUSTIFICAR” significa “declarar o pronunciar recto”. Es un término judicial (ver Deuteronomio 25:1).

“Justificar” no significa “hacer recto” (ver Lucas 7:29—la gente no “hizo” recto a Dios, ellos afirmaron que ÉL era recto).

Lo contrario de Justificación  es CONDENACIÓN (Deuteronomio 25:1; Romanos 5:16-19).

 

 

3) El Problema de la Justificación

 

Romanos 3:26 -- ¿CÓMO PUEDE DIOS SER JUSTO Y AL MISMO TIEMPO JUSTIFICAR AL PECADOR CREYENTE? ¿Cómo puede un Dios justo justificar a una persona culpable  (Romanos 4:5)? Sin la cruz del Calvario no puede haber solución.

 

4) La Base de la Justificación.

 

Justificado por Su sangre” (Romanos 5:9).

La muerte sustitutiva de Cristo es la única base de la justificación de hombres pecadores (1 Pedro 3:18; 2 Corintios 5:21; Isaías 53:6).

Todas las demandas de la justicia divina han sido completamente satisfechas por la obra acabada de Cristo en la cruz. Dios juzgó a Su Hijo (Romanos 8:3; 2 Cor. 5:21) para que pudiera justificar al pecador creyente (Rom. 4:5). Mi Sustituto tomó mi pecado para que yo pudiera recibir Su justicia (Isaías 53:6; 2 Cor. 5:21). La muerte de Cristo es la única base para la justificación; de otro modo la muerte de nuestro Salvador habría sido “en vano” (Gálatas 2:21).

5) La Fuente de la Justificación.

 

“Justificados gratuitamente por Su gracia” (Romanos 3:24).

Todo es de Dios y todo es por gracia. No merecemos en absoluto el don de Dios de la justificación (comparar Romanos 5:15-16). El publicano no la merecía (Lucas 18:13-14) nadie  la merece (Romanos 4:5). Dios, en Su gracia, la proveyó, la ofrece a todos y la da a todo aquel que cree.

 

 

6) La Vía de la Justificación

 

“Justificado por fe” (Romanos 3:28; 5:1)

¿Cómo adquiere el pecador esta perfecta justicia? Se recibe “por fe”.

La base de la justificación del pecador es la muerte de Cristo y se la apropia por medio de la fe. El don gratuito de la justificación de Dios debe ser “recibido” personalmente (Romanos 5:17)

 

7) El Ejemplo de Justificación

 

ABRAHAM es el principal ejemplo usado tanto por Pablo (Génesis 15:6;  ).

 

8) El Resultado de la Justificación

 

La perfecta justicia de Dios es puesta en mi cuenta (Romanos 4:3-5) de modo que yo soy perfectamente justo, no en mí mismo (aún soy un pecador), sino “EN CRISTO JESÚS” (2 Corintios 5:21; 1 Corintios 1:30). Dios me ve ahora tan justo como Jesucristo (1 Juan 3:7), como si nunca hubiera pecado y como si siempre hubiera cumplido perfectamente la santa ley de la libertad  de Dios. Habiendo sido justificado, ahora tengo PAZ PARA CON DIOS (Romanos 5:1) y NINGUNA CONDENACIÓN (Romanos 8:1; Juan 3:18; 5:24). Ver también el estudio titulado: 215 Cosas que son Ciertas en Cuanto a Mí Ahora que soy Sal

 

9) La Evidencia de la Justificación

 

que Abraham fue “justificado por obras” . Así es como “mostramos nuestra fe” y así es como probamos a los hombres la realidad de nuestra justificación. Ver también 1 Juan 2:29; 3:7; 3:10.

 

10) La Esperanza (futura) de la Justificación

 

Romanos 8:30 – “a los que justificó, a éstos también GLORIFICÓ”.

La glorificación está garantizada y en la mente de Dios ya es un hecho

Estudios Bíblicos son publicados por Middletown Bible Church.

 

La única calificación con que cuento para escribir el simbolismo sobre la gracia es la ropa que visto. Permíteme explicarlo. Durante años tuve un elegante traje completo con saco, pantalón y hasta sombrero. Me consideraba bien elegante vistiéndolo y confiaba en que otros estaban de acuerdo conmigo.

 

 Los pantalones estaban hechos de la tela de mis buenas obras, fuerte tejido de obras hechas y proyectos acabados. Algunos estudios aquí, algunos sermones más allá. Muchas personas elogiaban mis pantalones y, lo confieso, tenía la tendencia de exhibirlos en público para que la gente los notara. La chaqueta era igualmente impresionante. Estaba entretejida con mis convicciones. Cada día me vestía con profundos sentimientos de fervor religioso.

 

 Mis emociones eran bastante fuertes. Tan fuertes, a decir verdad, que a menudo me pedían que modelara en reuniones públicas mi saco de celo para inspirar a otros. Por supuesto, me encantaba hacerlo. Mientras lo hacía, también mostraba mi sombrero: un tocado emplumado de conocimiento. Hecho con mis manos y de la tela de la opinión personal, lo llevaba con orgullo.

 

Sin duda, Dios está impresionado con mi atuendo , pensaba a menudo. A veces entraba a su presencia contoneándome para que El pudiera elogiar mi atuendo hecho a la medida. El nunca dijo nada. Su silencio debe ser de admiración, me convencí. Pero entonces mi traje empezó a desgastarse. La tela de mis pantalones se estropeó. Mis mejores obras empezaron a descoserse. Empecé a dejar más cosas sin hacer y lo poco que realizaba no era nada de qué jactarse.

 

No hay problemas , pensé. Me esforzaré más. Pero esforzarme más era un problema. Había un agujero en mi chaqueta de convicciones. Mi resolución estaba desgastada. Un viento frío me penetró hasta el pecho. Quise ajustarme bien el sombrero, pero el ala se desprendió por completo. En pocos meses mi ropaje de autojusticia se descosió por completo. Pasé de vestir un traje estilo sastre de vestidos de harapos . Temeroso que Dios pudiera estar enojado por mi traje estropeado, hice lo mejor que pude para remendarlo y cubrir mis faltas.

 

Pero la tela estaba muy gastada y el viento era tan helado que me di por vencido. Volví a Dios. (¿A dónde más podía ir?) Un jueves por la tarde, siendo invierno, entré en la presencia de Dios no buscando aplauso, sino calor. Mi oración fue febril. —Me siento desnudo. —Lo estás. Y lo has estado por mucho tiempo. Nunca olvidaré lo que El hizo enseguida. —Tengo algo que darte—dijo. Con gentileza quitó los hilos que quedaban y luego tomó un manto, un manto real, el ropaje de su propia bondad. Lo puso alrededor de mis hombros. Las palabras que me dijo fueron tiernas: — Hijo, ahora estás vestido con Cristo (véase Gálatas 3.27 ).

 

Aun cuando había cantado mil veces el himno, finalmente lo comprendí: Vestido solo con su justicia, para estar impecable ante su trono.

 

Martín Lutero llamó a Romanos «la parte principal del Nuevo Testamento y … verdaderamente el evangelio más puro». 2 Dios usó el libro para cambiar las vidas (y los vestidos) de Lutero, Juan Wesley, Juan Calvino, William Tyndale, San Agustín y otros millones más. Existe toda razón para pensar que hará lo mismo con nosotros.( Maxx Lucado , En manos de la Gracia )

 

!Bendiciones Abundantes!

 

Comentario biblico Adv.

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