Cristo el Creador

02.06.2015 08:54

 

Hebreos 1

 

La epístola de hebreos, donde se analiza la preeminencia de Cristo, su deidad y su sacerdocio divino.

El Espíritu de Dios distingue entre la manera en que Dios habló, o Trató, en los tiempos pasados y ahora. De esta manera, el apóstol habla en Romanos 3:25 acerca de Cristo, «a quien Dios puso como propiciación por Medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados.» Ahí él aplica la muerte de Cristo a los pecados cometidos antes de Su venida. En Israel, el Día de la Expiación era para quitar los pecados pasados. Él había estado soportándolos durante todo el año, y luego, cuando llegaba el sacrificio aquel día, el pecado era quitado, y todo quedaba limpio en presencia de Dia.  

 

Hablado.

El autor destaca el hecho de que fue Dios quien habló por medio de los profetas.  Un libro puede llevar el nombre de Isaías o Amós o Daniel, pero Dios es el verdadero autor (cf.  Juan 5:46-47).  En los tiempos del AT era imprescindible demostrar fe en el Redentor que vendría, ofreciendo un cordero sobre el altar; pero después de que Cristo vino, era completamente inapropiado seguir ofreciendo tales sacrificios. 

 

Los judíos del siglo I y sus antepasados siempre habían ofrecido sacrificios, y Dios había aceptado su culto. ¿Podría haber algún perjuicio en continuar con lo que el cielo había bendecido tan manifiestamente?  Recordaban cómo Dios había instruido a Moisés para que construyera el santuario, y cómo honró directamente su dedicación enviando fuego del cielo para encender la leña del altar.  Conceptuaban que la religión que había sido buena para Abrahán, Moisés y Elías, tenía que ser también para ellos.

 

"en muchas partes" o " muchas maneras"; "de una manera fragmentaria" (BJ).  La luz procedente del trono de Dios no irrumpió sobre los hombres como un gran relámpago de gloria, sino que descendió lentamente, poco a poco, a medida que los hombres podían comprenderla.

Gr.polutrópós, "multiforme", "de muchos modos" (BJ).  Dios hablo mediante  profetas a través de mensajes verbales y escritos, por parábolas y por medios visuales.  Pero cualesquiera que fueren los medios, era Dios el que hablaba .

 

Estos postreros días. Equivale a la expresión "en nuestro tiempo".  Los escritores bíblicos a veces hablan de los acontecimientos relacionados con el primer advenimiento de Cristo como si ocurrieran en los "postreros días" (cf.  Hech. 2:17; Heb. 9:26; 1 Ped. 1:5)

A quien constituyó. El primer versículo presenta al Padre; el segundo, al Hijo.  Cuando el autor de Hebreos presenta al Hijo, llega al corazón de su tema.

Heredero de todo. Cuando Jesús vino a la tierra, se despojó "de su vestido y corona reales" (5TS 182). "Prefirió devolver el cetro a las manos del Padre, y bajar del trono del  universo"

Por quien asimismo hizo. Se presenta al Hijo como asociado con el Padre y como agente activo en la creación (ver com.  Juan 1:3; Col. 1:16-17).

Universo. Gr. aión, "siglo", "edad", "mundo"; "mundos" (BJ, BC).  Ver com.  Mat. 13: 39.  El plural del vocablo griego probablemente se refiera a todo el sistema de cosas que fue llamado a la existencia por Cristo.  Son "todas las cosas" de Heb. l: 3, las "visibles e invisibles: sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades" (Col. l: 16-17).

 

Dios hizo los mundos por medio de Cristo; pero no usó a Cristo como una herramienta sino como un colaborador.  Aquí se presenta una división de las actividades de la Deidad.  El que sería el Redentor del hombre, fue su Creador; y porque es el Creador, puede crear al hombre como "nueva criatura" (2 Cor. 5:17)

En el principio Cristo no apareció ni vino a la existencia, ya era.  Según Juan l: 14, cuando el que era  o existía antes vino a la tierra, se hizo carne, lo que antes no había sido.

 

Resplandor. Gr. apáugasma, "resplandor", esplendor", "reflejo".  El Padre y el Hijo son inseparables.  El Hijo revela al Padre, es el reflejo del Padre.  Cuando miramos el sol, no vemos el sol sino sus rayos; tampoco vemos al Padre sino al Hijo, pues el Padre es invisible, "habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver" (1 Tim. 6:16).

 

Gloria. Gr. dóxa (ver com.  Rom. 3:23; 1 Cor. 1l: 7).  La gloria de Dios es la suma total de todos sus atributos.  Moisés le pidió a Dios: "Te ruego que me muestres tu gloria" (Exo. 33: 18), y Dios le respondió: "Yo haré pasar todo mi bien ['mi bondad', BA, BC, NC] delante de tu rostro" (Exo. 33:19; cf. cap. 34:5-7).

La gloria de Dios es su carácter (ver DTG 1l; PR 231-232; OE 43l).  Cristo no llegó a ser el resplandor de la gloria de Dios; ya lo era, y siempre lo había sido (ver com.  Juan l: l; t. V, pp. 894-895).  Esto constituye el fundamento esencial y eterno de su personalidad.

Sustancia. Gr. hupóstasis, literalmente, "lo que está debajo", y por lo tanto, "meollo", "esencia", "realidad".  Es realidad en contraste con imaginación y fantasía.  Se usa esta palabra para designar la esencia de las cosas, la naturaleza íntima de algo, el verdadero ser.  También se emplea para denotar firmeza, estabilidad, seguridad, confianza.

 

Cuando se dice que Cristo es "la imagen misma" de la hupóstasis del Padre, significa más que una semejanza externa: es la expresión exacta y verdadera de la naturaleza íntima de Dios.  Así como es el Padre, así es el Hijo: uno en esencia, uno en carácter, uno en pensamiento y propósito.  Son tan semejantes que Cristo pudo decir: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre... Yo y el Padre 412 uno somos" (Juan 14: 9; 10: 30). o de los grandes propósitos de la venida de Cristo a esta tierra fue para dar a los hombres una fiel representación del Padre.

 

Sustenta. Gr. féro, "dirigir", "llevar", "sostener".  Puede añadirse el significado de movimiento, propósito, conducción, de proceder con una intención definida.  Cristo es el que sostiene todas las cosas en todo el universo y el que mantiene a los cuerpos celestes en sus órbitas prefijadas.  Compárese con la oración "todas las cosas en él subsisten".  Féro es más abarcante que "subsistir" o "consistir", pues abarca el concepto de una acción deliberada, llena de propósito.  Esta definición cambia el concepto de un poder que sólo sostiene el universo físico, por el de un Ser inteligente que tiene un plan y se halla en el proceso de llevarlo a cabo.

 

Palabra. Gr. rhema, "expresión", "palabra", "orden".  El universo fue constituido por la "palabra" (rhema) de Dios (cap. 11:3).  Compárese con el uso de la rhema de Dios en Rom. 10:8, 17-18; Efe. 6:17; 1 Ped. 1:25

 

Poder. Gr. dúnamis, "potencia", "vigor", "capacidad de realizar.

Purificación. Con su expiación en la cruz Cristo obtuvo la limpieza del pecado en general -que incluye finalmente la purificación del pecado en el universo-, y también la limpieza de los pecados individuales.  Esta última purificación, también hecha posible mediante la cruz, aún se lleva a cabo, y continuará hasta cuando sea posible salvar la última persona.

 

Cristo terminó su obra en la cruz como víctima y sacrificio.  Derramó su sangre, y así se convirtió en "un manantial abierto... para la purificación del pecado  (Zac. 13: l).  Pero continúa su obra como intercesor.  Es nuestro abogado ante el Padre (ver Heb. 7:25).

Cristo venció toda tentación.  Aunque los pecados del mundo fueron colocados sobre él, su alma permaneció inmaculada.  Rechazó toda sugestión al mal.  . 

 

Se sentó. Esta expresión indica hacerse cargo de algo, asumir un cargo; sugiere una inauguración, una coronación.  Significa investir con autoridad, reconocer el derecho de Cristo a tener jurisdicción.  Era el principio, no el fin, de su actividad como mediador especial.  Era la colocación del sello de Dios sobre su obra de intercesión.  Dios, sentando en esa forma a Cristo a su diestra, colocó su aprobación sobre la obra que Cristo había hecho en la tierra, y la aceptó.  Lo consagró como sumo sacerdote y, por lo tanto, lo autorizó para que se desempeñara como mediador según el orden de Melquisedec (cap. 7:17).

Abraham es nuestro ejemplo, en que esperó (al fin) el cumplimiento de la gran promesa de Dios para él. Por paciencia, nosotros también heredamos las promesas, garantizadas por Cristo, el sumo sacerdote según el orden de Melquisedec

 

Heredó. Cristo fue constituido "heredero de todo" (ver com. vers. 2).  Con esta herencia también le fue dado "un nombre que es sobre todo nombre" (ver com.  Fil. 2:9).

Ministros.   Desde el mismo principio han tenido una parte definida en el plan de Dios y han servido de muchas maneras.  Después que el hombre pecó, custodiaron el camino que daba acceso al árbol de la vida (Gén. 3:24).  Cuando se produzcan los sucesos finales y Cristo vuelva a la tierra, los ángeles vendrán con él (Mat. 25:31), y Cristo los enviará para que reúnan "a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mat. 24:31).

"no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). El amor movió a Dios actuar: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito" (Juan 3:16) "Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella" (Efe.5: 25). Pablo, quien declara,  "el amor de Cristo nos constriñe" (2 Cor.5:14)

 

Ungió. Este ungimiento es con el "óleo de alegría", es decir, con aceite que es alegría. El ungimiento es un símbolo de bendiciones y de gozo (ver Deut. 28:40; Sal. 23:5; 92: 10).

Tú permaneces. A Cristo se le atribuye eternidad.  Como Creador, Cristo existió antes que todas las cosas (Col. l: 17), y cuando se desvanezcan las cosas perecederas, él permanecerá.

 

Tú eres el mismo. Esta declaración afirma la inmutabilidad de Cristo.  Todos los atributos de Dios son imprescindibles.  Destacamos su amor, su bondad, su justicia; pero su inmutabilidad es igualmente importante, aunque no siempre la apreciemos.  Gozamos de una infinita bendición al tener la certeza de que Cristo es siempre "el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (cap. 13:8).

 

Inmutabilidad y eternidad dan la idea de coherencia, estabilidad, permanencia.  Son " segura y firme ancla del alma" Cristo (cap. 6: 19).

 

Comentario Bíblico Adventista.

¡Bendiciones Abundantes!

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