La Creacion.

22.07.2015 09:51

CAPÍTULO 2.  La Creación

 

"POR LA palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca. . . . Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió." "El fundó la tierra sobre sus basas; no será jamás removida." (Sal 33: 6, 9; 104: 5)

 

Cuando salió de las manos del Creador, la tierra era sumamente hermosa.  La superficie presentaba un aspecto multiforme, con montañas, colinas y llanuras, entrelazadas con magníficos ríos y bellos lagos.  Pero las colinas y las montañas no eran abruptas y escarpadas, ni abundaban en ellas declives aterradores, ni abismos espeluznantes como ocurre ahora; las agudas y ásperas cúspides de la rocosa armazón de la tierra estaban sepultadas bajo un suelo fértil, que producía por doquiera una frondosa vegetación verde.    Agraciados arbustos y delicadas flores saludaban la vista por dondequiera.  Las alturas estaban coronadas con árboles aun más imponentes que los que existen ahora.  El aire, limpio de impuros miasmas, era claro y saludable.  El paisaje sobrepujaba en hermosura los adornados jardines del más suntuoso palacio de la actualidad.  La hueste angélica presenció la escena con deleite, y se regocijó en las maravillosas obras de Dios.

 

Una vez creada la tierra con su abundante vida vegetal y animal, fue introducido en el escenario el hombre, corona de la creación para quien la hermosa tierra había sido aparejada.  A él se le dio dominio sobre todo lo que sus ojos pudiesen mirar; pues, "dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree ... en toda 25 la tierra.  Y crió Dios al hombre a su imagen, varón y hembra los crió." (Gén.  1: 26, 27)

 

Aquí se expone con claridad el origen de la raza humana; y el relato divino está tan claramente narrado que no da lugar a conclusiones erróneas.  Dios creó al hombre conforme a su propia imagen.  No hay en esto misterio,  El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida.

 

La genealogía de nuestro Linaje Real, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador.  Aunque Adán fue formado del polvo, era el "hijo de Dios." (Luc 3: 38, V.M.)

 

Adán fue colocado como representante de Dios sobre los órdenes de los seres inferiores.  Estos no pueden comprender ni reconocer la soberanía de Dios; sin embargo, fueron creados con capacidad de amar y de servir al hombre.  El salmista dice: "Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: . . . asimismo las bestias del campo; las aves de los cielos, . . . todo cuanto pasa por los senderos de la mar." (Sal. 8: 6-8.)

 

El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter.  Sólo Cristo es "la misma imagen" del Padre (Heb.  1: 3); pero el hombre fue creado a semejanza de Dios.  Su naturaleza estaba en armonía  con la voluntad de Dios.  Su mente era capaz de comprender las cosas divinas.  Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón.  Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.

 

Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría.  Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida.  La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad.  Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza.  La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales.  Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles.  Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos.

 

Dios mismo dio a Adán una compañera.  Le proveyó de una "ayuda idónea para él," alguien que realmente le correspondía, una persona  apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía.  Eva fue creada de una costilla tomada del costado  de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación.  "Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala."

 

La creación estaba ahora completa. "Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento." "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera." (Gén. 2: 1; 1: 31.) El Edén florecía en la tierra.  Adán y Eva tenían libre acceso al árbol de la vida.  Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte desfiguraba la hermosa creación.  "Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios." (Job 38: 7)

 

Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocentes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado.  Dios los hizo entes morales libres, capaces de apreciar  y comprender la sabiduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias, y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia.  Debían gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a prueba.  En el mismo principio de la existencia del hombre se le puso freno al egoísmo, la pasión fatal que motivó la caída del enemigo.

 

El árbol del conocimiento, que estaba cerca del árbol de la vida, en el centro del huerto, había de probar la obediencia, la fe y el amor de nuestros primeros padres.  Aunque se les permitía comer libremente del fruto de todo otro árbol del huerto, se les prohibía comer de éste, so pena de muerte.  También iban a estar expuestos a las tentaciones del enemigo; pero si soportaban con éxito la prueba, serían colocados finalmente fuera del alcance de su poder, para gozar del perpetuo favor de Dios.

 

Dios puso al hombre bajo una ley de amor, como condición indispensable para su propia existencia.  Era súbdito del gobierno divino, y no puede existir gobierno sin ley.  Dios pudo haber creado al hombre incapaz de violar su ley de amor; pudo haber detenido la mano de Adán para que no tocara el fruto prohibido, pero en ese caso el hombre hubiese sido, no un ente moral libre, sino un mero autómata.  Sin libre albedrío, su obediencia no habría sido voluntaria, sino forzada.  No habría sido posible el desarrollo de su carácter.  Semejante procedimiento habría sido contrario al plan que Dios seguía en su relación con los habitantes de los otros mundos.  Hubiese sido indigno del hombre como ser inteligente, y hubiese dado base a las acusaciones del enemigo, de que el gobierno de Dios era arbitrario.

 

Principio: la libertad existe en la misma naturaleza del hombre , como derechos y responsabilidad otorgados por Dios , establecidos desde el principio de la creación.

 

Dios hizo al hombre recto; le dio nobles rasgos de carácter, sin inclinación hacia lo malo.  Le dotó de elevadas cualidades intelectuales, y le presentó los más fuertes atractivos posibles para inducirle a ser constante en su lealtad.  La obediencia, perfecta y perpetua, era la condición para la felicidad eterna.  Cumpliendo esta condición, tendría acceso al árbol de la vida.

 

  Si los hombres pusiesen menos atención en lo superficial y cultivasen más la sencillez, cumplirían con mayor plenitud los designios que tuvo Dios al crearlos.  El orgullo y la ambición jamás se satisfacen, pero aquellos que realmente son inteligentes encontrarán placer verdadero y elevado en las fuentes de gozo que Dios ha puesto al alcance de todos.

 

A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labraran y lo guardasen.  Su ocupación no era cansadora, sino agradable y vigorizadora.  Dios dio el trabajo como una bendición con que el hombre ocupara su mente, fortaleciera su cuerpo y desarrollara sus facultades.  En la actividad mental y física, Adán encontró uno de los Placeres más elevados de su santa existencia.  Cuando, como resultado de su desobediencia, fue expulsado de su bello hogar, y cuando, para ganarse el pan de cada día, fue forzado a luchar con una tierra obstinada, ese mismo trabajo, aunque muy distinto de su agradable ocupación en el huerto, le sirvió de salvaguardia contra la tentación y como fuente de felicidad.

 

Principio: Debemos aprender que la libertad no es ausencia de ley, trabajo y esfuerzo, mas es la aceptación de la Responsabilidad.

 

La libertad es entonces la licencia para cumplir la voluntad de Dios al servir a otros con el don dado con dicho propósito, sin restringir o controlar a otro mientras dicha persona cumple su propósito y sirve a los demás. Es también importante observar que las instrucciones de Dios especifican qué es lo que dominará el hombre y qué no.

 

El hombre no aparece en la lista,La verdadera libertad es al autodescubrimiento, al propósito personal de cada uno, y la licencia para ir tras el cumplimiento de ese propósito según las leyes y principios establecidos por Dios, sin impedir que otros hagan lo mismo. En esta definición, la implicancia más importante es la de la responsabilidad personal, Todo intento por limitar, impedir, restringir, inhibir o detener el cumplimiento del propósito y voluntad de Dios en la vida de otro, significa rebeldía contra Dios.

 

Por eso nuestro estado mental es más importante que el estado físico. No somos libres hasta tanto sea libre nuestra mente. La libertad es una condición mental, antes de ser una manifestación física. Esta es la base de la afirmación efectuada por el hombre más sublime, el Príncipe de Paz, la fuente de la verdadera libertad –Jesucristo- cuando presentó su propuesta sobre la libertad, recogida por su discípulo en Juan 8:32:"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres".

 

La fuente de la libertad, según dice Jesús, no es  una llave que abra un candado, sino el conocimiento y el descubrimiento, de la información que tiene el poder de liberarnos en nuestra mente. La mente es la llave a la vida: "Porque cual es su pensamiento en su corazón tal es él" (Proverbios 23:7, El Proposito de Dios y la Libertad Myless Monroe)

 

Patriarcas y Profeta cap2

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