La Semana Literal .

11.09.2015 09:05

 

 

CAPÍTULO 9.  La Semana Literal.

 

la semana se originó al tiempo de la creación, y fue conservada y transmitida a nosotros a través de la historia bíblica. Dios mismo dio la primera semana como modelo de las subsiguientes hasta el fin de los tiempos. Como las demás, consistió en siete días literales. Se emplearon seis días en la obra de la creación; y en el séptimo, Dios reposó y luego bendijo ese día y lo puso aparte como día de descanso para el hombre.

 

En la ley dada en el Sinaí, Dios reconoció la semana y los hechos sobre los cuales se funda. Después de dar el mandamiento: "Acuérdate de Santificar el día 7mo" (Exo. 20:8, V. Torres Amat), y después de estipular lo que debe hacerse durante los seis días, y lo que no debe hacerse el día séptimo, manifiesta la razón por la cual ha de observarse así la semana, recordándonos su propio ejemplo: "Por cuanto el Señor en seis días hizo el cielo, y la tierra, y el mar, y todas las cosas que hay en ellos, y descansó en el día séptimo: por esto bendijo el Señor el día 7mo, y le santificó." (Vers. 11.) Esta razón resulta plausible cuando entendemos que los días de la creación son literales. Los primeros seis días de la semana fueron dados al hombre para su trabajo, porque Dios empleó el mismo período de la primera semana en la obra de  la creación. En el día séptimo el hombre ha de abstenerse de trabajar, en memoria del reposo del  Creador.

 

"Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca.... Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió." (Sal. 33:6, 9.) La Sagrada Escritura no reconoce largos períodos en los cuales la tierra fue saliendo lentamente del caos. Acerca de cada día de la creación, las Santas Escrituras declaran que consistía en una tarde y una mañana, como todos los demás días que siguieron desde entonces.

 

Al fin de cada día se da el resultado de la obra del Creador. Y al  terminar la narración de la primera semana se dice: "Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron criados".(Gén. 2:4.) Pero esto no implica que los días de la creación fueron algo más que días literales. Cada día se llama un origen, porque Dios originó o produjo en él una parte nueva de su obra.

 

Los geólogos alegan que en la misma tierra se encuentra la evidencia de que ésta es mucho más vieja de lo que enseña el relato mosaico. Han descubierto huesos de seres humanos y de animales, así como también instrumentos bélicos, árboles petrificados, etc., mucho mayores que los que existen hoy día, o que hayan existido durante miles de años, y de esto infieren que la tierra estaba poblada mucho tiempo antes de la semana de la creación de la cual nos habla la Escritura, y por una raza de seres de tamaño muy superior al de cualquier hombre de la actualidad. Semejante razonamiento ha llevado a muchos que aseveran creer en la Sagrada Escritura a aceptar la idea de que los días de la creación fueron períodos largos e indefinidos.

 

En los días de Noé, hombres, animales y árboles de un tamaño muchas veces mayor que el de los que existen actualmente, fueron sepultados y de esa manera preservados para probar a las generaciones subsiguientes que los antediluvianos perecieron por un diluvio, Dios quiso que el descubrimiento de estas cosas se estableciese la fe de los hombres en la historia sagrada; pero éstos, con su vano raciocinio, caen en el mismo error en que cayeron los antediluvianos: al usar mal las cosas que Dios les dio para su beneficio, las tornan en maldición.

 

"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre." (Deut. 29:29.) Nunca reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es tan incomprensible como su propia existencia.

 

Sin embargo, las obras de la creación dan testimonio de la  grandeza y del poder de Dios. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos." (Sal. 19:1.) Los que reciben la Palabra escrita cono su consejera encontrarán en la ciencia un auxiliar para comprender a Dios. "Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas." (Rom. 1:20.) 110 (Patriarcas y Profetas)

 

La vida y el universo se mueven en el tiempo a través de ciclos. La Biblia, desde Génesis hasta Apocalípsis nos muestra esta verdad, esta ley, tanto en el mundo físico como en el espiritual.

 

Dios es el Gran Yo soy, el Ser Supremo, la Existencia misma, y Él quiere que seamos como Él, que vivamos a partir de lo que somos en Él. La voluntad de Dios es que moremos con Él, que estemos en Su presencia, que permanezcamos unidos a Él y entonces seremos fructíferos y muy bendecidos (Sal. 15:1; 23:6; 37:1-7; 46:10-11; Jn. 15:4-8). Al reposar, al morar, en Su presencia nos rodeamos de Él y Él nos revela Su corazón (Palabra), para que seamos creativos y obremos en Sus fuerzas, y por lo tanto seamos fructíferos y prosperados en todo lo que hagamos (Sal. 1:1-3).

 

La Biblia también nos muestra claramente que a través de los ciclos de la vida y de la creación hay estaciones, hay tiempos periódicos en los que acontecen actos creativos de Dios y por medio de los cuales podemos obtener muchas lecciones para nuestra vida y nuestra labor.

 

La primera capa y por lo tanto la primera forma de tiempo es el ciclo del DÍA. La Biblia cuenta un día desde el atardecer hasta el anochecer (Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Aquí se observa claramente el principio o ley espiritual de comenzar desde el reposo, para ser creativos y fructíferos. Y muy interesante es que el séptimo día no tiene fin. Todos los otros seis días tuvieron una "tarde y una mañana", menos el séptimo día. Esto apunta a la eternidad de Dios. El séptimo día, el Tiempo de Dios, es eterno. Cuando nos encontramos con Dios, en Su reposo, entramos a la esfera de la eternidad, a la esfera de Dios.

 

La segunda capa es el primer ciclo de siete: la Semana, que en hebreo es la misma palabra para el séptimo día: shabbat (sábado). O sea una semana es un siete, un ciclo de siete días.

La tercera capa la representa el ciclo de la luna, con sus cuatros fases: luna nueva, creciente, llena y menguante. Cada fase representa un estado en nuestra vida, en nuestro proceso de crecimiento y desarrollo. La luna nueva representa el inicio y la llena la plenitud; la fase creciente significa que desde el inicio se espera que crezcamos hasta la plenitud, pero luego viene una fase de poda, de "descenso" que nos lleva a una nueva fase de reposo o inicio.

 

La cuarta capa la representan las estaciones del año. Durante un ciclo de doce (12) meses, que cubren 365 días, podemos observar cuatro (4) estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Son cuatro las estaciones y cuatro los vientos que provienen de los cuatro rincones de la tierra (Ap. 7:1). Otra vez por medio de estas cuatro estaciones podemos extraer principios de conocimiento y sabiduría, pues cada estación representa una fase de un proceso o ciclo: inicio, siembra y crecimiento (Primavera); cosecha y plenitud (Verano); caída y evaluación (Otoño); muerte, juicio y reposo (Invierno). Estas cuatro (4) estaciones se dan básicamente en tres (3) meses cada una, en un ciclo de doce (12) meses; es decir expresan un ciclo de gobierno terrenal ordenado divinamente (Gén. 1:14-19).

 

Medita en el Tiempo de Dios. Le recomiendo, para meditar en la palabra . Confío que el Espíritu Santo de Dios, le guiará a las Sagradas Escrituras, para ilustrar y extraer muchas lecciones de las historias y las enseñanzas expuestas en ella, que corroborarán y profundizarán lo expuesto en esa gráfica sobre "Las estaciones de la vida"file: https://haypazcondios.blogspot.com/2010/09/las-estaciones-de-la-vida.html

 

 

!Bendiciones Abundnates!

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