La Tentacion y la Caida.

24.07.2015 09:06

La Tentación y la Caída

 

A nuestros primeros padres no dejó de advertírseles el peligro que les amenazaba.  Mensajeros celestiales acudieron a presentarles la historia de la caída.  Fue la desobediencia a los justos mandamientos de Dios lo que ocasionó la caída de Satanás y sus huestes.  Cuán importante era, entonces, que Adán y Eva honrasen aquella ley de amor , único medio por el cual es posible mantener el orden y la equidad.

 

La ley de amor de Dios es tan santa como él mismo.  Es la revelación de su voluntad, el reflejo de su carácter, y la expresión de su amor y sabiduría.  La armonía de la creación depende del perfecto acuerdo de todos los seres y las cosas, animadas e inanimadas, con la ley del Creador.  No sólo ha dispuesto Dios leyes para el gobierno de los seres vivientes, sino también para todas las operaciones de la naturaleza.

 

Principio: la verdadera libertad ,protege la libertad de los demás y actúa  responsablemente por el bien de los demás.

 

Todo  obedece a leyes fijas, que no pueden eludirse.  Pero mientras que en la naturaleza todo está gobernado por leyes naturales.  Al hombre, obra maestra de la creación, Dios le dio la facultad de comprender sus requerimientos, para que reconociese la justicia y la benevolencia de su ley y su sagrado derecho sobre él; y del hombre se exige una respuesta obediente.

Como los ángeles, los moradores del Edén habían de ser probados.  Sólo podían conservar su feliz estado si eran fieles a la ley de amor  del Creador.  Podían obedecer y vivir, o desobedecer y perecer.  Dios los había colmado de ricas bendiciones; pero si ellos menospreciaban su voluntad,  la transgresión los privaría de todos sus dones, y les acarrearía  ruina.

 

El árbol de la sabiduría había sido puesto como una prueba de su obediencia y de su amor a Dios.  El Señor había decidido imponerles una sola prohibición tocante al uso de lo que había en el huerto.  Si menospreciaban su voluntad en este punto especial, se harían culpables de transgresión.

Para conseguir lo que quería sin ser advertido, el enemigo  escogió como medio a la serpiente, disfraz bien adecuado para su proyecto de engaño.  La serpiente era en aquel entonces uno de los seres más inteligentes y bellos de la tierra.  volaba presentaba una apariencia deslumbradora, con el color y el brillo del oro bruñido.  Posada en las cargadas ramas del árbol prohibido, mientras comía su delicioso fruto, cautivaba la atención y deleitaba la vista que la contemplaba.

 

Los ángeles habían prevenido a Eva que tuviese cuidado de no separarse de su esposo mientras éste estaba ocupado en su trabajo cotidiano en el huerto; estando con él correría menos peligro de caer en tentación que estando sola. 

Pero distraída en sus agradables labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo.  Desdeñando la advertencia de los ángeles muy pronto se encontró extasiado, mirando con curiosidad y admiración el árbol prohibido.  El fruto era bello, y se preguntaba por qué Dios se lo había vedado.  Esta fue la oportunidad del enemigo .  Como discerniendo sus pensamientos, se dirigió a ella diciendo: "¿Con qué Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" (Véase Génesis 3)

 

Eva quedó sorprendida y espantada al oír el eco de sus pensamientos.  Pero, con voz melodiosa, la serpiente siguió con sutiles alabanzas de su hermosura; y sus palabras no fueron desagradables a Eva.  En lugar de huir de aquel lugar, permaneció en él, maravillada de oír hablar a la serpiente.  Si se hubiese dirigido a ella un ser como los ángeles, hubiera sentido temor; pero no se imaginó que la encantadora serpiente  pudiera convertirse en instrumento del enemigo caído.

Le dijo que al comer del fruto de este árbol, alcanzarían una esfera de existencia más elevada y entrarían en un campo de sabiduría más amplio.

Vio "que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió." Era agradable al paladar, y a medida que comía, parecía sentir una fuerza vivificante, y se figuró que entraba en un estado más elevado de existencia.  Sin temor, tomó el fruto y lo comió.

 

Principio : la libertad exige autocontrol.

 

Adán había gozado el compañerismo de Dios y de los santos ángeles.  Había contemplado la gloria del Creador.  Comprendía el elevado destino que aguardaba al linaje humano si los hombres permanecían fieles a Dios.  Sin embargo, se olvidó de todas estas bendiciones ante el temor de perder el don que apreciaba más que todos los demás.  El amor, la gratitud y la lealtad al Creador, todo fue sofocado por amor a Eva.  Ella era parte de sí mismo, y Adán no podía soportar la idea de una separación.

 

Adán no podía negar ni disculpar su pecado; pero en vez de mostrar arrepentimiento, culpó a su esposa, y de esa manera al mismo Dios: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. " El que por amor a Eva había escogido deliberadamente perder la aprobación de Dios, su hogar en el paraíso y una vida de eterno regocijo, ahora después de su caída culpó de su transgresión a su compañera y aun a su mismo Creador.  Tan terrible es el poder del pecado.

El Señor sentenció entonces a la serpiente: "Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida." Puesto que la serpiente había sido el instrumento de Satanás, compartiría con él la pena del juicio divino.  Después de ser la más bella y admirada criatura del campo, iba a ser la más envilecida y detestada de todas, temida.

 

A Eva se le habló de la tristeza y los dolores que sufriría.  Y el Señor dijo: "A tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti." En la creación Dios la había hecho igual a Adán.  Si hubiesen permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hubieran estado en mutua armonía; pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse sólo mediante la sumisión del uno o del otro.

 

Dios manifestó a Adán: "Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo; en el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado."

 

Principio: La administración puede ser personal, pero nunca privada porque afecta a todos.

 

La vida de trabajo y cuidado, que en lo sucesivo sería el destino del hombre, le fue asignada por amor a él.  Era una disciplina que su pecado había hecho necesaria para frenar la tendencia a ceder a los apetitos y las pasiones y para desarrollar hábitos de dominio propio.  Era parte del gran plan de Dios para rescatar al hombre de la ruina y la degradación del pecado.

La advertencia hecha a nuestros primeros padres: "Porque el día que de él comieres, morirás" (Gén. 2:17), no significaba que morirían el mismo día en que comiesen del fruto prohibido, sino que ese día sería dictada la irrevocable sentencia.  La inmortalidad les había sido prometida bajo condición de que fueran obedientes; pero mediante la transgresión perderían su derecho a la vida eterna.  El mismo día en que pecaran serían condenados a la muerte.

 

Después de la caída, se encomendó a los santos ángeles que custodiaran el árbol de la vida.  Estos ángeles estaban rodeados de rayos luminosos semejantes a espadas resplandecientes.  A ningún miembro de la familia de Adán se le permitió traspasar esa barrera para comer del fruto de la vida; de ahí que no exista pecador inmortal.

 

Principio: Cuando la gente administra mal, Dios protege sus recursos para que no lo malgasten. 

 

Cuando vieron en la caída de las flores y las hojas los primeros signos de la decadencia, Adán y su compañera se apenaron más profundamente de lo que hoy se apenan los hombres que lloran a sus muertos.  La muerte de las delicadas y frágiles flores fue en realidad un motivo de tristeza; pero cuando los bellos árboles dejaron caer sus hojas, la escena les recordó vivamente la fría realidad de que la muerte es el destino de todo lo que tiene vida.

 

El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos. (Véase Gén. 4:16.) Durante mucho tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes ángeles.  En la puerta del paraíso, custodiada por  querubines, se revelaba la gloria divina.* Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios.  Allí renovaban sus votos de obediencia a aquella ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. 

 

Entonces los que hayan guardado los mandamientos de Dios respirarán llenos de inmortal vigor bajo el árbol de la vida; y a través de las edades sin fin los habitantes de los mundos sin pecado contemplarán en aquel huerto de delicias y Disfrutarian un modelo de la perfecta obra de la creación de Dios, incólume del pecado, una muestra de lo que toda la tierra hubiera llegado a ser si el hombre hubiera cumplido el glorioso plan de Dios.

 

Patriarcas y profetas cap. 3

 

Principios: en busca de la libertad Myless Monroe.

!Bendiciones Abundantes!

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