La Torre de Babel

16.09.2015 09:28

CAPÍTULO 10.  La Torre de Babel

 

PARA repoblar la tierra, de la cual el diluvio había barrido con todo, Dios había preservado una sola familia, la casa de Noé, a quien había manifestado: "A ti he visto justo delante de mí en esta generación." (Gén. 7:1.) Sin embargo, entre los tres hijos de Noé pronto se desarrolló la misma gran distinción que se había visto en el mundo antediluviano. En Sem, Cam y Jafet, quienes habían de ser los fundadores del linaje humano, se pudo prever el carácter de sus descendientes.

 

Hablando por inspiración divina. Noé predijo la historia de las tres grandes razas que habrían de proceder de estos padres de la humanidad. Sem , Cam y jafet

 la reverencia manifestada por Sem y Jafet hacia su padre y hacia los divinos estatutos, prometía un futuro más brillante a sus descendientes. Acerca de esto hijos fue declarado: "Bendito Jehová el Dios de Sem, y séale Canaán siervo. Engrandezca Dios a Japhet, y habite en las tiendas de Sem, y séale Canaán siervo." (Vers. 26, 27.)

 

 El linaje de Sem iba a ser el del pueblo escogido, del pacto de Dios, del Redentor prometido. Jehová fue el Dios de Sem. De él iban a descender Abrahán y el pueblo de Israel, por  medio del cual habría de venir Cristo.  "Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová." (Sal.  144:15) Y Jafet "habite en las tiendas de Sem." Los descendientes de Jafet habían de disfrutar muy especialmente de las bendiciones del Evangelio.

 

Por otro lado, ¡cuán ricamente fue premiado el respeto de Sem hacia su padre; y qué ilustre serie de hombres santos se ve en su posteridad! "Conoce Jehová los días de los perfectos," "y su simiente es para bendición." "Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones." (Sal 37:18, 26, Deut 7:9.)

 

Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan estupenda altura que fuera la maravilla del mundo.  Estas empresas fueron ideadas para impedir que la gente se esparciera en colonias.  Dios había mandado a los hombres que se diseminaran por toda la tierra, que la poblaran y que se enseñoreasen de ella; pero estos constructores de la torre de Babel decidieron mantener su comunidad unida en un solo cuerpo, y fundar una monarquía que a su tiempo abarcara toda la tierra. 

 

Así su ciudad se convertiría en la metrópoli de un imperio universal; su gloria demandaría la admiración y el homenaje del mundo, y haría célebres a sus fundadores.  La magnífica torre, que debía alcanzar hasta los cielos, estaba destinada a ser algo así como un monumento del poder y sabiduría de sus constructores, para perpetuar su fama hasta las últimas generaciones.

 

De repente, la obra que había estado avanzando tan prósperamente fue interrumpida.  Fueron enviados ángeles para anular los propósitos de los edificadores.  La torre había alcanzado una gran altura, y por ese motivo les era imposible a los trabajadores que estaban arriba comunicarse directamente con los de abajo; por lo tanto, fueron colocados hombres en diferentes puntos para recibir y transmitir al siguiente las órdenes acerca del material que se necesitaba, u otras instrucciones tocante a la obra.  Al pasar los mensajes de uno a otro, el lenguaje se les confundía de modo que pedían un material que no se necesitaba, y las instrucciones dadas eran a menudo contrarias a las recibidas.  Esto produjo confusión y consternación.  Toda la obra se detuvo.  No había armonía ni cooperación.

 

Hasta esa época, todos los hombres habían hablado el mismo idioma; ahora los que podían entenderse se reunieron en grupos y unos tomaron un camino, y otros otro.  "Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra." (Gén. 11:8.) Esta dispersión obligó a los hombres a poblar la tierra, y el propósito de Dios se alcanzó por el medio empleado por ellos para evitarlo.

 

Noé, el fiel predicador de la justicia, vivió trescientos cincuenta años después del diluvio, Sem vivió quinientos años, y sus descendientes tuvieron así oportunidad de conocer los requerimientos de Dios y la historia de su trato con sus padres.  Pero no quisieron escuchar estas verdades ; no querían retener a Dios en su conocimiento, y en gran medida la confusión de lenguas les impidió comunicarse con quienes podrían haberles ilustrado.

 

  En vez de recordar con gratitud su misericordia hacia Adán, y su bondadoso pacto con Noé, se habían quejado de su severidad al expulsar a la primera pareja del Edén y al destruir al mundo mediante un diluvio. 

 A medida que los hombres se alejaban de Dios, los atributos divinos: la justicia, la pureza y el amor, fueron reemplazados por la violencia.

 

Los que temían al Señor le imploraron que intercediese.  "Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres." (Gén.  11:5.) Por misericordia hacia el mundo, Dios frustró el propósito de los edificadores de la torre, y derrumbó el monumento de su osadía.  Por misericordia, confundió su lenguaje y estorbó sus propósitos de rebelión.

 

El tiempo de la investigación de Dios ha llegado.  El Altísimo descenderá para ver lo que los hijos de los hombres han construido.  Su poder soberano se revelará;  "Desde los cielos miró Jehová; vio a todos los hijos de los hombres: desde la morada de su asiento miró sobre todos los moradores de la tierra."  El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones." (Sal. 33: 13, 14, 10, 11.) 117

(Patriarcas y Profetas)

 

 

!Bendiciones Abundnates!

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