Pan del Cielo.

01.06.2015 09:05
Juan 6 :25
 
Pan del cielo 
 
Jesús reinará para siempre; en primer lugar, por su Espíritu en los corazones , luego cuando llegue el reino de Dios; un reino sin fin,  El Señor nunca olvida sus promesas dadas a su pueblo Israel. `perfecto profético'; Él ha visitado (salvando) y redimido a su pueblo. El esperado Libertador, Jesús, mostraría cómo Dios iba cumpliendo su palabra, aunque no en la forma que algunos esperaban.
 
Esta preparación consiste en el conocimiento de la salvación, es decir, el perdón de los pecados. La razón de todo esto es la misericordia del Señor, que se manifestó en la aurora desde lo alto. Esta expresión puede ser una imagen para el Mesías ( Jer. 23, 5; Zac. 3, 8; 6, 12) o una expresión para mostrar la salida del sol ( Is. 60, 1; Mal. 4, 2).
 
Dios es el Dios de toda la tierra, y es su voluntad que toda la tierra le sirva. De la misma manera, Jesús es luz para revelación de los gentiles y gloria de su pueblo Israel.
 
Hallándole. [Sermón acerca del pan de vida; que fue en la sinagoga de Capernaúm donde la gente del otro lado del mar encontró a Jesús.
Rabí. Ver com.  Mat. 23: 7.  La aplicación de este título a Jesús ilustra el concepto equivocado de la gente respecto a él y a su obra.
 
Señales. "Milagros" (VM).  Ver la p. 198.
 
Señaló. "Ha marcado con su sello" (BJ).  En la antigüedad, era costumbre usar un sello así como se emplea la firma hoy día.  Era un signo de confirmación personal o de propiedad.  Esta palabra se usa en el primero de esos sentidos (cap. 3: 33), y en este caso también parece que se usa para indicar que el Padre ha testificado que Jesús es su Hijo.  Todos los milagros de Jesús, obrados por el poder del Padre, fueron testimonios tales.  Sin embargo, puesto que el sellamiento está relacionado, particularmente por Pablo, con la recepción del Espíritu Santo que generalmente acompañaba al bautismo (ver Efe. 1: 13; 4: 30), no parece fuera de lugar entender que la referencia específica de Jesús aquí es a su propia recepción del Espíritu acompañada por la aprobación de su Padre en ocasión de su bautismo (Mat. 3: 16-17).
 
Las palabras de Jesús aquí presentan la verdad básica de la salvación por la fe.  Creer (o confiar; la palabra griega pistéuÇ puede traducirse en cualquiera de las dos formas) es el acto fundamental de la vida cristiana.  Ningún otro acto puede ser verdaderamente una "obra de Dios", un hecho deseado por Dios, y, por ende, que le sea agradable, a menos que lo preceda la fe, porque sólo la fe coloca al hombre en la verdadera relación con Dios (Heb. 11: 6).  Las palabras de Jesús aquí son paralelas con la admonición de Pablo y Silas : "¿Qué debo hacer para ser salvo?" Los siervos de Dios le respondieron: "Cree en el Señor Jesucristo" (Hech. 16: 30-31).  Ver 1 Juan 3: 23.
 
Maná. Ver com.  Exo. 16: 15.  Un antiguo comentario judío sobre Ecl. 1: 9 declara
Acerca del Mesías: "Así como el anterior redentor [Moisés] hizo que descendiera maná... así también el Redentor posterior [el Mesías] hará descender maná" (Midrash Rabbah).  Si bien esta afirmación, por lo menos en su forma actual, sólo se remonta al siglo IV d. C., parece reflejar una tradición más antigua que, sin duda, estaba en la mente de los judíos que disputaban con Jesús en Capernaúm.  Por ejemplo, 2 Baruc 29: 8 afirma: "Y acontecerá en ese mismísimo tiempo [cuando el Mesías comience a ser revelado] que el tesoro de maná otra vez descenderá de lo alto, y comerán de él en esos años, porque éstos son los que han venido para la consumación del tiempo". Jesús acababa de suministrar milagrosamente pan al pueblo, pero, dudando de su mesianismo, la gente ahora declaraba que Moisés había hecho un milagro aún mayor al dar pan "del cielo" a sus padres.  Además, sin duda ellos se referían tácitamente a que el milagro de Moisés había de ser repetido por el verdadero Mesías.  Desde el punto de vista de ellos, Jesús no había traído pan del cielo, sino que sólo había multiplicado unos sencillos panes de cebada y peces de los que ya se disponía.  Tienen que haber razonado que si Jesús era realmente el Mesías, realizaría por lo menos un milagro tan grande como el que creían que había hecho Moisés.
 
Descendió. Mejor, de acuerdo con el texto griego, "el que baja [desciende]" (BJ).  La forma verbal en griego implica un acto continuo.  Estas palabras hablan de la venida de Jesús a este mundo como un hecho eterno. (Por contraste, ver com. vers. 38, 41.) Hasta este punto, los judíos habían pensado en Jesús como un dador de pan.  Ahora comenzó a presentarse como el pan mismo, aunque en este punto -en el griego- la declaración podría entenderse como que se aplicara indistintamente al pan o a Cristo.  Por la respuesta de los judíos registrada en el vers. , es claro que entendieron que Jesús se refería al pan como el "que baja del cielo" (BJ).  En ese tiempo, la mentalidad de los judíos de ningún modo estaba preparada para un concepto más espiritual.
 
Vida. Gr. zÇ'.  Ver com. cap. 1: 4; 8: 51; 10: 10. Así como el pan material estimula la vida física, así también Cristo "el pan de Dios... que baja del cielo" (BJ), es la fuente de vida espiritual.
 
El que a mí viene. La forma verbal griega, literalmente implica no un solo acto de venir a Cristo, sino un hábito permanente de vida.  "El que a mí viene" claramente es paralelo con "el que en mí cree", pues sólo se puede venir a Cristo por fe (ver com. vers. 29).  Venir y creer, ambos actos son "obra de Dios".
 
Todo. Gr. pan, adjetivo en el género neutro, por lo que debe entenderse en el sentido más amplio posible. Jesús aquí expresó la verdad de que todas las cosas le fueron dadas por su Padre: su poder y autoridad, su pan diario, sus seguidores.  Declaró: "No puedo yo hacer nada por mí mismo" (cap. 5: 30; ver com. cap. 6: 1).  Este versículo no debe entenderse como que indica que Dios ha elegido a ciertas personas para la salvación, y que ellas inevitablemente irán a Cristo y serán salvadas (ver com. vers. 40).  Es más bien una declaración en los términos más amplios de la relación de Jesús con el Padre, una relación de entrega completa, de plena dependencia y de entera confianza en que todo lo que Dios quiso para Cristo con seguridad sería cumplido.
 
Mi voluntad. La completa sumisión de Jesús a su Padre esa conexión  es para los creyentes una seguridad de que todo lo que Jesús hace para   ellos tiene su origen en el amante corazón de Dios.    El ministerio de la vida de Jesús y su muerte por el hombre fueron más bien expresiones  de su misericordia.
 
Padre.
Del que me ha enviado. La evidencia textual establece (cf. p. 147) la variante "esta es la voluntad de mi Padre" (BJ), y no "esta es la voluntad del que me ha enviado".  Aquí Jesús confirma lo que declaró en el vers. 37, que la voluntad del Padre es salvar.  Ahora aclara que el deseo del Padre no sólo es que los pecadores vayan a Cristo, sino que su propósito también se extiende hasta la consumación del plan de salvación en el tiempo de la resurrección.
 
Ve al Hijo.Por supuesto, esto no significa que sólo los que vieron a Jesús en la carne participarán de la resurrección.  La palabra "ve" implica aquí percepción espiritual, contemplar con los, ojos de la fe, como lo indica la palabra acompañante "cree" (cf. cap. 12: 45).
 
Este pasaje también es significativo por la ubicación enfática del pronombre "yo".  El sentido de la declaración de Jesús es: "Yo, precisamente yo, lo resucitaré".  Así como Cristo es el mediador entre Dios y el hombre y el que salva al hombre del pecado, así también él es quien resucitará a los hombres en el día final (cf. cap. 5: 25-27)
 
El que da vida. Jesús había estado exhortando a sus oyentes para que participaran del alimento celestial que les daría vida.  Ahora destacó aún más claramente que un alimento tal es espiritual.
 
Son espíritu. Las verdades que Cristo enunció atañen a cosas espirituales, y recibirlas por fe en el corazón es recibir vida espiritual (ver com. cap. 3: 16; cf. cap. 17: 3).
 
Palabras de vida eterna. Aunque, sin duda, Pedro en su declaración  muestra que había comenzado a percibir que las palabras que Jesús había hablado eran ciertamente la clave para la vida eterna espiritual.
 
Que tú eres el Santo de Dios".  Sin embargo, el texto de Tertuliano dice simplemente "el Cristo", mientras que en otros dice: "el Cristo, el Santo de Dios", "el Hijo de Dios" y "el Cristo el Hijo de Dios.
 
¡Bendiciones Abundantes!
 
Comentario bíblico Adventista. 
 
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