Un nuevo templo

22.06.2015 09:34

 

Ezequiel 40

 

Principio del año.

Heb. ro'sh hashshanah, "cabeza del año". Puesto que la palabra ro'sh algunas veces significa "primero", hay quienes consideran que aquí se indica el primer mes del año, es decir, el mes de Nisán. Si así fuera, esta fecha correspondería con el mes de abril de 573 o de 572 a. C. (dependiendo de si Ezequiel computó los años a partir de la primavera o a partir del otoño). Sin embargo, si Ezequiel se refería al "principio del año", y computaba el cautiverio según el año civil judío, que comenzaba con el 7.º mes (Tisri), se hace referencia aquí al día de la expiación en octubre de 573 (ver p. 602)

 

Esta profecía presenta varios problemas de interpretación. Se han adoptado frente a ella tres posiciones principales:

1. La posición literal. Según ella, Ezequiel proporcionó el esbozo de una nueva constitución para Israel, que en realidad se habría puesto en práctica en algún momento futuro, ya fuera en seguida después del exilio, o más tarde. Según esta teoría, la construcción del templo, la institución de un culto y la división de la tierra habrían seguido precisamente las especificaciones dadas por Ezequiel.

2. La posición futurista. Según ella, la visión del templo proporcionaría una nueva  constitución para el Israel restaurado y reunido. Sin embargo, a pesar de conceder que en un pequeño grado esta constitución pudo haber tenido vigencia después del exilio, espera una futura edad de oro, cuando la visión se cumplirá en forma exacta y completa.

3. La posición alegórica. Niega todo cumplimiento literal y espera algún cumplimiento simbólico, inmediatamente después del exilio, en la era cristiana, o al final de la historia del mundo.

 

La posición más simple es la que sigue los principios esbozados en el com. cap. 38: 1. Según esos principios, la visión del templo se habría cumplido en forma literal si el pueblo hubiera sido fiel a su cometido, pero porque fracasó, la profecía no pudo cumplirse de acuerdo con su intención original. Relativamente pocos judíos volvieron a Palestina, y distaron mucho de cumplir el propósito de Dios para ellos. Ciertos elementos (cap. 47) se cumplirán parcialmente en la iglesia cristiana, como lo hacen notar autores inspirados posteriores.

 

La visión del templo es una profecía pictórica, y se le deben aplicar los principios esbozados en los comentarios del cap. 1:10. Ezequiel vio representaciones de lo real, y no la realidad misma. El grado de identificación sigue siendo un problema que deberá todavía ser interpretado. Sin embargo, sin tomar en cuenta hasta dónde llegan las diferencias entre la realidad y el símbolo, un estudio comparativo de las otras profecías relacionadas con la restauración nos lleva a pensar que aquí el profeta describe un estado literal, con una capital literal y un templo literal. Sería difícil concebir que los judíos, a quienes se dirigía esta profecía, pudieran haberla entendido de otra forma. El hecho de que los autores bíblicos postexílicos nunca hicieran referencia a esta profecía, y el hecho de que los constructores del templo, evidentemente, no prestaron ninguna atención a este plan, quizá podría explicarse si se supone que los constructores sabían muy bien que las condiciones todavía no se habían dado para que estas promesas pudieran cumplirse. Tampoco hay en esta serie de profecías insinuación alguna de que esos planes habían de ejecutarse en seguida del regreso de los repatriados. Sin duda se las consideraba como una meta futura, que debían esforzarse por alcanzar.

 

Si Dios sabía que su templo nunca sería edificado, ¿por qué se esforzaría tanto en proporcionar un modelo tan lleno de pormenores del estado futuro?  La respuesta es que Dios no dejó de utilizar método alguno para que Israel fuera inducido a aceptar el excelso destino que originalmente había sido preparado para él. Hasta este momento, la historia de Israel había significado una serie de fracasos. Dios ahora le ofrecía otra oportunidad para que empezara de nuevo. El pasado sería olvidado y nunca más sería presentado contra él. Israel como nación, y su pueblo personalmente, estaban invitados a aferrarse de esta gloriosa promesa.

Es razonable suponer que, a fin de convencer a su pueblo de la seguridad de la promesa, Dios mandó a su siervo que trazara un plano exacto del templo que habría de ser el centro de culto del nuevo Estado. Dios podría haber presentado esta promesa sólo en términos generales. Podría meramente haberles dicho que en lo futuro el templo habría de ser reconstruido. Pero esa comunicación habría sido imprecisa. No habría duda en cuanto a la seriedad de las intenciones de Dios si describía cuidadosamente cada detalle de la construcción y del servicio. Se dedican en total nueve capítulos al templo y a sus servicios, y a detalles relacionados con la ciudad 

 

Un monte muy alto. fue colocado en un punto elevado a fin de que desde allí pudiera examinar los detalles del lugar 

 

Parecido a una gran ciudad.El templo y sus atrios, rodeados de muros, daban la impresión de una ciudad amurallada (con referencia al tamaño, ver com. vers. 5).

 

Cuenta todo.

El propósito de presentar al profeta todos estos complicados detalles era el de hacer conocer a los hijos de Israel el glorioso plan que Dios tenía para ellos.  La descripción de estos detalles sin duda tenía el propósito de servir ¿como un gran aliciente para que el pueblo cumpliese con las condiciones necesarias. De este modo se le aseguraba que los pensamientos de Dios para Israel eran de paz y no de mal (ver Jer. 29: 11). La presentación de un plano completo les mostraba que Dios hablaba en serio respecto de sus propósitos y que cumpliría con su parte si el pueblo hacía lo que le correspondía (ver PP. 31-32).

 

Comentario bíblico adventista 

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