!Queda un Reposo y es Hoy!
“El cielo es mi trono y la tierra estrado de mis pies. ¿Donde está la casa que me habréis de edificar y donde el lugar de mi reposo?”
Isaias 66:1
Él busca crear en nuestros corazones un santuario para Él mismo, un lugar donde Él pueda descansar.
En las Escrituras, este reposo se llama “el Sabbat de reposo” (Heb. 4:9). Sin embargo, no se trata de guardar el Sabbat, porque los judíos guardaban el Sabbat, pero nunca entraron en el reposo de Dios. El libro de Hebreos es bien claro: Josué no les dio a los Israelitas descanso (reposo, véase versículos 7-8). la obstinación de los "que no pudieron entrar a causa de incredulidad" (cap. 3: 19), finalmente tendrá éxito el plan original de Dios para esta tierra de ser habitada por una raza de seres justos y felices. Pero los que lo hagan, deben entrar por fe en el "reposo" espiritual de Dios, el reposo del alma liberada y de sus propios esfuerzos para salvarse. Aquí se hace referencia al "reposo" del alma (ver com. cap. 3: 11).
la invitación para entrar en el "reposo" de Dios en el tiempo de David, se llega a la(ver 8) conclusión de que Josué no había dado "reposo" a Israel. Si hubiesen entrado en el "reposo" espiritual que Dios les brindaba como nación en los días de Josué, Dios no les hubiera repetido su invitación en los días de David más de tres siglos más tarde.
Josué le dio "reposo" literal a Israel o lo introdujo en Canaán, lo comandó en una conquista de éxito y en su establecimiento en una gran parte del territorio del país (ver t. II, pp. 44-46); pero no lo condujo al "reposo" espiritual que Dios le tenía reservado porque no estuvieron dispuestos a entrar (ver com. cap. 3: 11)(comentario bíblico tomo 4)
En los días de David y Salomón Israel poseía toda la tierra de Canaán, lo cual es una evidencia de que el "reposo" que aquí se menciona no era la ocupación de Canaán sino la gloriosa misión que Dios quería que desempeñara la nación hebrea (ver t. IV, pp. 28-32).
El "reposo" de Dios como originalmente le fue prometido al antiguo Israel, incluía: (a) un establecimiento permanente en la tierra de Canaán, (b) una transformación de carácter que haría de la nación un adecuado representante de los principios del reino de Dios, y (c) haría de ellos el agente escogido de Dios para la salvación del mundo (ver t. IV, pp. 28-32; com. cap. 3: 11). La generación a la cual originalmente fue hecha la promesa del "reposo", fracasó; no entró en Canaán.
Después de un largo periodo de guardar el Sabbat, las Escrituras continúan, “Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios...” (v. 9).
“¿Qué es este de reposo?”
El reposo no está en el (Sabbat) sábado, está en Dios. El reposo o descanso es una cualidad prevaleciente de Su totalidad.
Apocalipsis 4:6 describe el trono de Dios teniendo delante, como un “un mar de vidrio, semejante al cristal”. Un mar de vidrio es un mar sin olas ni ondas, un símbolo de la imperturbable tranquilidad de Dios. Vamos a captar este punto: el Sabbat no era una fuente de descanso para Dios; Él era la Fuente de descanso para el sábado. Como está escrito, “¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio...” (Isaías 40:28)
En nuestro estudio, no estamos asociando el reposo de Dios meramente en el sentido de ser reedificados o rejuvenecidos, lo cual obviamente necesitamos y asociamos con el reposo humano. El reposo que buscamos no es un rejuvenecimiento de nuestra energía, es el intercambio de energía: nuestra vida para Dios, a través de la cual el vaso de nuestra humanidad es llenado de la presencia Divina y de toda la suficiencia de Cristo mismo.
¡Confía en Él! Porque eventualmente Su Palabra despojará las defensas de tu corazón!
Él dice, “El cielo es Mi trono, y la tierra el estrado de Mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar y dónde el lugar de Mi reposo?
Él ha escogido dar a Dios lo que Él pide: nada menos que todo lo que es él. A cambio, ese ser humano se convierte en un lugar, un lugar santo, donde Dios mismo puede reposar.
En conclusión, continúa la validez de la promesa de entrar en el "reposo" espiritual de Dios (vers. 6 y 9), y los cristianos deben procurar "entrar en aquel reposo" (vers. 11).
Al entrar en el "reposo" de Dios -que significa confianza en la gracia salvadora de Jesucristo-, el cristiano necesariamente ya ha "cesado" de tratar de alcanzar la justicia por sus propias obras. El autor también puede tener en cuenta el "reposo" cristiano de las "obras" del pecado, obras que impidieron que entraran en la tierra prometida los israelitas que fueron liberados , y que más tarde le cerraron el paso a otras generaciones para que no entraran en el "reposo" espiritual de Dios (ver com. cap. 3: 8-9; 4: 8).
Debe notarse que el "reposo" que queda en los tiempos del cristianismo es el mismo "reposo" espiritual prometido originalmente a Israel (ver com. vers. 3). Es evidente que si "queda" es porque antes existió.*
No hubo ni una palabra de todo lo que había ordenado Moisés que Josué no leyera delante de toda la asamblea de Israel, incluyendo las mujeres, los niños y los forasteros que vivían entre ellos.( Josue 8:35)